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Inteligencia emocional
En el trabajo y en la vida vamos recorriendo caminos que pocas veces son llanos, hay tramos cuesta arriba, baches, saltos y vueltas de campana, y con todo, seguimos siendo afortunados de seguir, hay 155.520personas que hoy van a dejar de hacerlo.

Inevitable y afortunadamente nuestros caminos se entrelazan con otros y caminamos juntos un rato. Con suerte, elegimos a los compañeros de vida más cercanos; pero hay viajeros ‘circunstanciales’ con los que a veces es fácil ir de la mano,y otras lo fácil es chocar, pisarse o empujarse.

No siempre es sencillo caminar en sintonía, sobretodo porque solemos fijarnos sólo en nuestro viaje, que puede no parecerse en nada al del otro, y así es difícil que la melodía suene acompasada.

¿Cómo lograr sintonizar mejor cuando no fluye? No es magia pero funciona, cuando quieras sintonizar mejor con alguien, fíjate en aquello que te une, en lugar de hacerlo en todo lo que te separa (Ya sea el destino de veraneo que compartís, los valores más profundos que os unen, o tal vez una afición mutua, todo ayuda)
Siempre que puedas, trata de hacer el camino agradable a tus compañeros de viaje. ¿Pq tú? Principalmente pq vivirás mejor y con las vueltas que da la vida ¿quién sabe si un día ese viajero se convertirá en tu colaborador, jefe, cliente o familiar?!






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Inteligencia emocional

¿Quién no ha oído hablar de «personas tóxicas»? ¿Supuestos «tóxicos» a los que todo el mundo señala con el dedo pero nadie se apunta a sí mismo como tal?

Veamos otro enfoque al respecto, que dista bastante de acusar, señalar o etiquetar.


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Inteligencia emocional

¿Crees que eso de la inteligencia emocional no va contigo? ¿Crees que es una moda, un producto de marketing, algo que no tiene nada que ver con tu día a día? ¿Tal vez asocias las emociones a algo de mujeres? 

 

En este vídeo encontrarás ejemplos de cómo afecta la inteligencia emocional en tu día a día, después de verlo…¿seguirás pensando que no va contigo?

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Inteligencia emocional

¿Con quién te comparas? ¿Te comparas con tu compañero/a? ¿Con tu jefe? ¿Con tu amigo/a? ¿Con tu pareja? ¿Con un desconocido/a?

Pues sí, aprendemos a compararnos ya desde pequeñitos ‘Mira que bien se porta Juan’, ‘Porque no eres como Laura que saca siempre las mejores notas’…; y seguimos comparándonos hasta el final de nuestras vidas. ‘Las comparaciones son odiosas’ se dice…odiosas porque la mayoría de comparativas nos llevan a infravalorarnos y/o a sentir envidia.

Compararse para medirse es absurdo porque no se pueden medir uvas con peras, todos somos diferentes y todos tenemos nuestro valor, nuestro potencial y nuestras circunstancias. Pero sí hay alguien con quien vale la pena compararse y lo/la tienes frente al espejo, ¿Eres mejor hoy que ayer? ¿Mejor que el año pasado? ¿Mejor que hace 10 años? ¿Has mejorado/ crecido/ evolucionado? Esa es tu verdadera lucha, permite que los demás te inspiren con sus talentos para evolucionar cada día, pero no trates de medirte con ellos, sé realmente valiente y mídete contigo mismo/a. Rafa Nadal es un ejemplo, también de ello 😉



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Inteligencia emocional

La resiliencia es una habilidad de inteligencia emocional que como todas, requiere conciencia y práctica. Nunca le podrás dar al ‘done’ y siempre tendrás oportunidades para ponerla a prueba, lo que la hace retadora y sólo apta para valientes.

Tradicionalmente el término resiliencia se usaba en el campo de la física para referirse a la capacidad que tienen los cuerpos para volver a su forma original, luego de haber sufrido deformaciones.

No hay ninguna carrera profesional (ni ninguna vida), que transcurra sin dificultades, sin golpes, sin caídas; y justo en ese ‘bajón’ es cuando uno elige compadecerse o levantarse y seguir con más fuerza. Justo ahí surge nuestra oportunidad de crecer, de mejorar, de superar nuestros propios límites. Porque la competición más dura es siempre con uno mismo.

Sin resiliencia, tu talento te llevará sólo hasta las primeras dificultades, donde tirarás la toalla poniendo excusas o culpables en tu camino. Consciente o inconscientemente eliges hundirte o hacerte más fuerte.

Rafa Nadal es un ejemplo práctico de Resiliencia, pero no es una habilidad exclusiva de los deportistas de élite, también los hay en tu trabajo, en tu familia o por la calle, cuando te falten fuerzas, ¡Inspírate en ellos/as!



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Habilidades comunicativas

De las 4 habilidades comunicativas que supuestamente aprendemos de pequeños: escuchar, hablar, leer y escribir; la primera puede parecer la más fácil de adquirir, pero nada más lejos de la realidad. ¿Por qué nos cuesta tanto incorporar esta habilidad a nuestro día a día y nos pasamos la vida reaprendiéndola o recordando su importancia a través de lecturas, cursos, charlas, etc?

Esta semana, un profesional de una multinacional aseguradora en un curso de habilidades relacionales, reflexionaba en voz alta:» ¿Cómo es que el tema de la escucha es tan recurrente? ¿Acaso no aprendemos a escuchar? «. Muy interesante aportación. Así es, creo que nadie nos podemos permitir el lujo de dar por «lograda» esta competencia y dejar de ponerle la voluntad y atención que requiere, porque lamentablemente o afortunadamente no es algo que se pueda automatizar.

Como sabes, la escucha de la que te hablo no es la del nivel ‘tener las orejas en modo ON’, ni del nivel ‘aja, mhm, ahm..’, tampoco vale con ‘espero educadamente a que termines la frase para soltarte la mía’, ni sirve con ‘repito tus palabras para que sepas que te estoy escuchando’. Esta no es la escucha de la que te hablo.

Te hablo de una escucha que va más allá de las palabras, una escucha que pone atención a la emoción desde la que se habla y al significado que tienen para el emisor las palabras que utiliza; es decir, un esfuerzo por comprender su visión y sus circunstancias.

Ciertamente no es una habilidad tan sencilla ni automatizable, ni es muy frecuente en las conversaciones del día a día. La que llamamos escucha empática requiere una intención de comprender, más allá de la intención de responder que suele ser la habitual.

La dificultad no es poca, es necesario salir de uno mismo para comprender al otro/a, ponerse primero en su mundo para luego volver al propio. Comprender NO implica estar de acuerdo, compartir ideas, valores o creencias. Es algo así como viajar a otro país, conocer y comprender sus costumbres/creencias, y volver a casa. Puede que no compartas muchas cosas que has conocido, pero no lo juzgas de la misma forma que si no te hubieras movido de tu sitio.


Se trata de viajar al mundo del otro/a para y luego volver al propio con una nueva perspectiva.

La escucha empática es un gran recurso que dominan las personas que se mueven bien en el terreno relacional. Veamos algún ejemplo, ¿qué buen comercial puede tratar de vender su servicio/producto sin antes escuchar y comprender las necesidades/valores/experiencias/circunstancias de su cliente?, ¿cómo puede un buen líder influir en las personas de su equipo si no conoce sus prioridades, sus necesidades, sus expectativas o sus deseos?

Escuchar con intención de comprender, no solamente es muy beneficioso a nivel social, sino que además es tremendamente estratégico.

Y entonces, ¿Por qué nos cuesta incorporar la escucha empática a nuestro día a día?

  1. La falta de tiempo suele ser el primer motivo/excusa, «es que requiere tiempo que no tengo…». Tal vez no sea factible practicar la escucha empática siempre, ni con todo el mundo, pero SÍ sería muy aconsejable cuando se trata de algo importante para ti o para el otro/a. Es mucho más efectivo hacer el esfuerzo por comprender desde el minuto 1, que el desgaste que supone tratar de argumentar, confrontar o convencer desde mi mirada, sin tener en cuenta que tus circunstancias son otras. A medio plazo ganarás en tiempo y además habrás alimentado y cuidado la relación. 
  2. La falta de interés. Si creo que no hay nada que me pueda aportar la otra persona, o que no me dirá nada nuevo, es muy difícil que le dedique toda mi atención. Si es el caso, y realmente quieres aplicar la escucha empática, tendrás que encontrar un «PARA QUÉ» suficientemente grande que te permita cambiar de creencias y en lugar de centrarte en aquello que ya crees que conoces, descubrir todo aquello que te falta por conocer.
  3. La pereza y/o el miedo de salir de uno mismo/a. Salir de uno mismo para ponerse por un momento los zapatos del otro requiere hacer un esfuerzo consciente, es gratis pero te cuesta energía. Además, al visitar ese otro «hogar» puede hacer temblar esas opiniones o creencias que desde nuestro hogar parecían sagrados, cosa que requiere cierta valentía y apertura mental. Unos lo vivirán como parte de la riqueza de la vida y la comunicación, otros lo vivirán con cierto miedo a perder esas certezas que hasta la fecha les han dado seguridad.

Comprender al otro/a no es garantía de ser comprendido/a, pero tienes más probabilidades de serlo.
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Habilidades comunicativas

Seguro que has visto o jugado a algo parecido, ¡el gran fenómeno de la comunicación! Me sorprende que en ocasiones seamos capaces de entendernos…¡y ya no digamos de comprendernos! Hay tantos factores que intervienen en la partida siempre que hablamos de relaciones humanas, que no podemos quedarnos con eso de «emisor-mensaje-canal-receptor» que aprendíamos en el cole 😉 Este vídeo que se ha hecho popular en las redes lo ejemplifica de una forma tan divertida, que sino lo has visto, seguro que dibuja una sonrisa en tu cara 🙂

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